ATENCIÓN

Gracias a todos los que leyeron mi anterior aviso sobre las imágenes de san Juan Nepomuceno. Habéis sido muchos quienes me escribisteis para darme noticia de algún Nepomuceno que conocíais, y os lo agradezco de veras.

Ahora, siguiendo con otras investigaciones, estoy centrada en varios asuntos y quería volver a pedir vuestra colaboración: si alguien conoce cepillos limosneros con representaciones de santos y no le importa hacérmelo saber o mandarme una fotografía (raquelsiguenza@msn.com), lo agradeceré igualmente. También tengo interés en imágenes de ánimas (cuadros de ánimas, los mismos cepillos que mencionaba...)

¡Muchísimas gracias a todos por vuestra ayuda!

Iconografía oculta

Un apartado en el que todo el mundo puede participar. Cada semana os invito, a modo de juego, a descubrir qué se representa en una imagen. Podemos, entre todos, ir aportando pistas que, sin desvelar por completo el asunto, nos acerquen a la solución. Si tenéis interés por la iconografía, tanto cristiana como clásica, os animo a que enviéis vuestras opiniones. ¡Será divertido!





















viernes, 5 de noviembre de 2010

Cristo y los peregrinos de Emaús. Una interesante escena narrativa



Esta es la obra, óleo sobre tabla de 68 x 87 cm pintada por Pieter Coecke van Aelst y perteneciente a una colección particular, que proponíamos la pasada semana y que, con la única y muy buena pista que nos dio un amigo anónimo, estaba claro que se trataba de Cristo con los peregrinos de Emaús.

Es una escena narrada en el Nuevo Testamento, siendo Lucas (24:13-35) el único que la detalla, pues Marcos hace una alusión muy breve (16:12).

Así, el Evangelio cuenta cómo dos de los discípulos de Cristo se dirigían, el día de la Resurrección, a Emaús, un pueblo cercano a Jerusalén cuando, por el camino, se les unió un tercer caminante, que les preguntó por qué estaban tan tristes, a lo que uno de ellos respondió que esperaban que Jesús, crucificado tres días antes, liberase a Israel, dado que unas mujeres habían encontrado su tumba vacía. Se acercaba la noche, por lo que los dos peregrinos rogaron a su acompañante que se quedara a cenar con ellos, como así fue. Justo en el momento en que éste partía el pan con las manos, ellos se dieron cuenta de que en realidad, la persona que los había estado acompañando no era otro que su Maestro, tras lo cual, desapareció.
Van Aelst apuesta por la representación de los tres momentos, con los dos peregrinos en la parte izquierda, ya en camino, el centro de la composición ocupado por el instante en que ya están acompañados por Cristo, y la escena más frecuente, el momento de la cena propiamente dicha (a la derecha, la interpretación de Philippe de Champaigne, óleo sobre lienzo de 217 x 226 cm, hoy en el museo Schone Kunsten de Gante). Lo más habitual es que Cristo aparezca vestido como peregrino, con bordón y zurrón y un sayal de piel de cabra. La cena en sí misma no ofrece posibilidades de ser confundida con ningún otro asunto: sólo está Cristo, cuya apariencia física le delata, y además, se encuentra partiendo el pan, y los dos discípulos sentados a la mesa, si bien pueden aparecer algunos otros personajes completamente accesorios, como en la pintura de Champaigne.

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